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Relación difícil, pero fascinante. A Leo lo rige el Sol, contribuyendo a que posea un gran poder y un brillo como el astro rey. A Tauro le rige Venus, la diosa del amor y los placeres de la vida. Tauro es tranquilo, sereno, relajado, sensorial… Leo, en cambio, es inquiero, triunfador… y por ser personas opuestas, estos dos signos se atraen magnéticamente. De ahí que Tauro se sienta fascinado por la fuerza y el coraje que Leo pone para conseguir lo que quiere. Leo, por su parte, admira la serenidad de Tauro, su fuerza interior, la ausencia de protagonismo, su disciplina en el trabajo… Su vida sexual será siempre muy apasionada. La vida al lado de Leo es una auténtica aventura, y Tauro sabe reprimir toda la voluptuosidad que enloquece a Leo. Al hacer el amor es cuando Leo abre su alma, mostrando esas zonas débiles, Tauro, con su seguridad y firmeza, sabe protegerlo, y hacerle ver que los dos caminan en la misma dirección.