El día 20 de junio damos la bienvenida al verano con la entrada del Sol en el signo de Cáncer y se celebra la fiesta del solsticio.
La noche del 20 es un momento mágico donde flota en el ambiente algo sobrenatural. Es el día más largo del año y la noche más corta. Esto significa que la luz vence a la oscuridad, el bien vence al mal, la vida vence a la muerte.
Ya los antiguos suponían que con el solsticio de verano, la abundante energía del Sol influía positivamente en las personas, las cosechas y el bienestar en general.
El solsticio de verano es el anticipo a la noche más mágica del año: la noche de San Juan. La tradición del fuego como elemento purificador representa al Sol y nos ayuda a renovarnos. El fuego también tiene la simbología de destruir todo lo malo y lo dañino.
A mí me gusta hacer algún ritual para purificarme de todo lo que me hace sufrir, para decir adiós a las heridas que permanecen abiertas en mi corazón y entrar en el verano libre de cualquier negatividad.
Atrae la buena energía y la suerte a tu vida deshaciéndote de los objetos o prendas que ya no utilizas o te trae malos recuerdos.
Poner agua en un recipiente de cristal y echar sal para que se purifique todo tu cuerpo. A continuación, te mojas las zonas del cuerpo donde hay pulso, especialmente en las muñecas y el cuello. Dejas el recipiente con agua y sal toda la noche para que absorba cualquier negatividad que pueda haber en el ambiente. Al día siguiente, tiras ese agua.
También puedes utilizar parte del agua para limpiar con un paño las ventanas y las puertas, lugares por donde entra la energía.
El día que tiene lugar el solsticio es importante cuidar los pequeños detalles, adornar el salón con flores, vestir con colores alegres… pensando que vas a recibir una visita muy especial: la llegada del verano.