De origen celta, se celebra el 1 de agosto en los países anglosajones y el norte de España (lugares con fuertes reminiscencias celtas). Es un buen día para agradecer todo lo recibido.

Lammas es un nombre cristiano medieval que significa misa de la hogaza. Era costumbre durante la Edad Media llevar a la iglesia un pan hecho con el trigo de la primera cosecha.

Hoy en día, tanto las iglesias orientales como las occidentales evocan estas tradiciones y llevan a cabo entre el primer y sexto día de agosto la bendición del trigo y de las nuevas frutas. En esta celebración se toman los primeros frutos de la cosecha.

Son días propicios para realizar rituales mágicos de agradecimiento y conjuros que atraigan la buena suerte a nuestras vidas.

RITUALES

Durante la primera semana de agosto debemos poner en la entrada de nuestra casa unas espigas de trigo, tantas como deseos realicemos, o coger harina y esparcir pequeños montones detrás de las puertas de toda la casa o en el alféizar de las ventanas.

También podemos plantar las semillas de alguna fruta que hayamos comido. Cuidaremos la planta con mucho amor como un símbolo de nuestra conexión con la madre naturaleza.

Aprendamos del Sol, la Luna y la Tierra a ser generosos y nobles, y recuperemos la alegría de vivir. Desterremos de nuestras vidas las energías negativas y dejémonos contagiar por todo lo que el Cosmos nos regala cada día. Él despejará nuestras dudas, cicatrizará nuestras heridas, desvelará los misterios.

Anhelemos alcanzar la plenitud emocional, dejemos que renazcan las esperanzas, reverdezcan las ilusiones, que los días soleados estimulen nuestros sentidos y vuelva la imagen del esplendor. Si todo a nuestro alrededor despierta, también puede sucedernos lo mismo a nosotros. Vale la pena apostar por aquello que tanto deseamos, con la firme convicción de que se convertirá en realidad.

La fiesta de las Lammas, un día para dar gracias y creer que los sueños, si luchamos por ellos, se cumplen.