La palabra latina Adventus significa ?venida?.
En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo y comprende las cuatro semanas que preceden a la Navidad. Es un período en el que se nos invita a recordar el pasado (celebrando y contemplando el nacimiento de Jesús en Belén), a vivir el presente (en nuestra vida diaria) y a preparar el futuro (segunda venida de Jesucristo o Parusía).
Este tiempo cristiano de Adviento está repleto de simbolismo y ritos. La corona de Adviento se hace de ramas verdes, que simbolizan la vida eterna, y el círculo representa el continuo amor de Dios hacia los hombres, sin principio ni final, así como la inmortalidad del alma.
Cada una de las cuatro velas de colores que se encienden en la corona de Adviento representa una semana antes de la Navidad. Esta costumbre se remonta a 1839 y parte de las iglesias evangélicas. Después de la Segunda Guerra Mundial, los católicos la asumieron y la incorporaron a sus ritos.
A la primera vela se le llama Vela de la Esperanza (de color púrpura): simboliza la fe en las promesas de Dios a la humanidad.
La segunda es la Vela de Preparación (de color púrpura): recuerda a los cristianos que deben prepararse para recibir a Dios.
La tercera es la Vela de la Alegría (de color rosa): simboliza a los ángeles cantando alegremente al nacimiento de Cristo.
Y la última, es la Vela del Amor (de color púrpura): simboliza el amor de Dios por toda la humanidad.
El día de Navidad se enciende, en el centro de la corona de Adviento, junto a las otras cuatro velas, una blanca que representa a Jesucristo.
Seamos o no creyentes, aprovechemos este tiempo de espera para hacer un alto en el camino y reflexionar con calma. Es un momento ideal para llenarnos de paz y serenidad. Durante las cuatro semanas que preceden a la Navidad podemos encender (en un lugar donde no haya riesgo de incendio) una vela blanca (una por cada semana) y, mirando fijamente la llama, visualizarnos armoniosos, libres de las ataduras y cadenas que no nos dejan ser felices. Los restos de las cuatro velas los guardamos y el día de Navidad los tiramos lejos de nuestra casa.
Iniciamos un tiempo de esperanza.